jueves, 9 de octubre de 2008

José Huenchunao

Era verano de 1994, creo, al mencionarlo así pareciera que fue hace un siglo, lo cual si somos rigurosos es verdad. Era mucho mas joven y mas ingenuo que ahora (lo cual no es merito alguno solo estaba dado por la edad) y me enfrentaba a mi primer terreno, además en una comunidad mapuche (Ranquilhue) creo que fue el mejor terreno que he hecho en mi vida ya que marco a fuego muchas perspectivas que aun tengo de la antropología y de lo que significa para mi el trabajo en terreno.

En ese terreno conocí a Jose Huenchunao, cuando evoco su recuerdo en mi mente siempre sonrío, lo conocimos como parte de los entonces dirigentes jóvenes de las comunidades mapuches, se veía solo con hablar con el un par de minutos que era un gran líder, como lo ha demostrado hasta hoy.

El no sabia que iba a ser de su vida ni yo tampoco, recuerdo que cuando hablamos del movimiento mapuche el me señalo que los movimientos que estaban en ese entonces no eran representativos de los Mapuches, estaban intervenidos por el interés político de los partidos y por lo tanto del mundo huinca, el pensaba que era necesario refundar los movimientos mapuches para que no solo fueran representativos sino que recogieran las estructuras tradicionales y culturales de su pueblo de su gente, su idea no era solo generar un grupo mas, sino que era cortar con las cadenas que ataban aun a su pueblo con una camisa de fuerza que los obligaba a bailar con las mismas estructuras de un estado que no les es propio y con una mentalidad que les es ajena y excluyente.

Mientras el hablaba sentía verdad en sus palabras, como no la sentí jamás con nadie hasta hoy, emanaba tranquilidad y paz, nunca he visto a un ser que convoque tanta paz a su alrededor, la fuerza de Jose se encontraba en sus firmes convicciones y al mismo tiempo en esa tranquilidad abrumadora, en la sonrisa franca y sincera, en el trato correcto y sincero.

Nos quedamos con algunos compañeros (éramos 4 en total) en la sala comunitaria de Ranquilhue, recuerdo que un día estaba solo en la sala y Jose apareció abruptamente. Y ante mis ojos se produjo una transformación, Jose el joven afable y sincero se transformo de un momento a otro en un puma, sus movimientos se hicieron casi imperceptibles y sus pasos se hicieron cada vez mas lentos hasta que me pareció que no tocaba el suelo ni movía el pasto, me hablo con los ojos como solo lo podría hacer quien conoce el idioma del silencio y solo movió ligeramente la cabeza, y ahí justo en el medio del pasto apareció.

Una liebre.

Una liebre orejona y gorda.

La cara de Jose parecía la de un halcón a punto de caer sobre ella, con pequeños gestos me indico que me parara mientras seguía avanzando hacia la liebre, la cual no acusaba recibo de tener idea de que estaba siendo cazada, moviendo los labios suavemente me pregunto por Lenin, el perro de la profesora mezcla de pastor alemán con cualquier cosa que estaba en la escuela y que generalmente nos acompañaba.

Yo estaba tenso, trataba de hablar en el idioma de Jose y llamar a Lenin con el idioma del silencio pero lamentablemente desconocía como hablarlo, Lenin miraba perezosamente sin darse por aludido mientras la liebre seguía allí, sin dar señales de miedo.

En un acuerdo tácito nos movimos juntos, cuando sonó un ruido casi imperceptible, el ruido de mis jeans al rozar el zapato, y fue como si el mundo volviera a girar, la liebre se movió y Jose casi la atrapo, lo cual hubiera sido una hazaña de proporciones, por escasos centímetros nos perdimos un buen estofado de liebre, el cual tengo la certeza que Jose debe saber hacer y que debe de haber comido en sus tiempos de clandestinidad, pero en ese momento mas inocente para ambos la liebre arranco.

Me sentí como un aprendiz frente al maestro, me dio vergüenza y pena haber perdido nuestra presa, pero al mirar nuevamente a Jose había desaparecido el cazador, solo quedaba nuevamente Jose, el joven afable y sereno, el cual solo me devolvió una sonrisa sin malicia y sin reproches.

Nos venia a invitar a su casa, como no había nadie partí con el, por suerte el destino quiso que nos encontráramos todos y al final fuimos los cuatro a su casa en el Malo, nos atendió su madre y comimos la cazuela mas rica que haya comido en mi vida, las arbejas eran gigantes, nunca he visto ni mas grandes ni mas sabrosas, a la luz de la ampolleta prendida con una batería conversamos sobre el futuro de su pueblo y sobre sueños de jóvenes, al final los cuatro salimos contentos de esa noche de camaradería, una noche sincera con un hombre notable.

Dejamos las direcciones y nos devolvimos a Santiago, y no volví a ver a Jose hasta prácticamente un año después, en mi universidad, fue una sorpresa por que no esperaba encontrarlo y lo divise conversando con un grupo de compañeros, al verme me reconoció y apareció la sonrisa de siempre, pero estaba rodeado de gente así que nos hicimos un gesto de que después hablaríamos, en ese tiempo ya Jose empezaba a ser el líder que es hoy, después al buscarlo se había ido, esa fue la ultima vez que vi a José.

Luego comenzaron las notas de prensa y los apellidos, “terrorista, guerrillero, radical”, luego vinieron las acusaciones de incendio, la clandestinidad y la cárcel, Hoy José se encuentra en la cárcel de Angol, lo ultimo que pude ver de José es que le prohibieron cocinar y hacer su dieta (tiene serios problemas estomacales) a su modulo llevaron reos condenados por violación y abusos sexuales, y José hizo lo que siempre ha hecho, afrontar el problema con serenidad, comenzó una huelga de hambre el día 11 de agosto del 2008, la vida es irónica y llena de símbolos, el 11 de Agosto es mi cumpleaños.

Cuando pienso en José siento una profunda tristeza, tomamos caminos tan diferentes como el cielo y la tierra, y aun hoy pienso en lo coherente que fue, en el camino que ha trazado, siento pena por el amigo que pudo ser, por el líder que es y será siempre, por su claridad y consecuencia, y cuando escucho a gente hablar de el como si fuera un terrorista no me queda mas que reírme de tanta estupidez, nuevamente el estado chileno pasa encima de lo diferente, de lo que no puede entender.

José el cazador de liebres, el hombre simple y atento, siempre lo recordaré como el mejor hombre que he conocido en mi vida, de los de verdad no de cartón piedra, donde quiera que tu camino te lleve espero sepas que siempre te llevare en mi memoria con orgullo, me imagino que en otras condiciones pudimos ser grandes amigos, pero quien sabe, la vida tiene muchas vueltas, quizás algún día volvamos a cazar juntos, prometo hablar con el idioma del silencio, para mi mas que un líder tu siempre serás antes un buen ser humano, quizás el mejor que conocí.

No hay comentarios: